A los concejales de UPN en Pamplona no les parece bien que los concejales de otros partidos políticos no vayan a determinadas misas que tienen lugar en la ciudad en determinados actos y por eso lo llevaron el otro día al Ayuntamiento, nada menos que a la Comisión de Presidencia, para afearles las ausencias. Total, que hasta el concejal del PP Carlos García Adanero les tuvo que decir a sus antiguos correligionarios –Adanero entró en UPN más o menos a la altura del Antiguo Testamento y lo dejó el año pasado– que “lo que establece el protocolo es la libertad de no acudir y eso garantiza que se mantenga en el tiempo, porque no depende de las mayorías de turno. No se puede obligar a nadie a asistir a los actos oficiales. Es pasarse un poquito obligar a ir a un acto que no quiere”. El propio protocolo insiste en la “responsabilidad” de acudir como concejal a esos actos, pero no a la obligatoriedad, a lo que UPN contrarrestaba que “la asistencia a los mismos no puede ser voluntaria independientemente de las creencias de cada uno” ya que de lo contrario se pone en peligro el mantenimiento de los usos y costumbres. Respetando las creencias de cada cual, no termino de entender que a estas alturas, con 50 años ya casi de estado aconfesional reconocido por la Constitución, determinados partidos apelen a esta clase de asuntos para hacer política y para hacer perder el tiempo, propio y ajeno, de sus nada mal pagadas señorías, que pueden rezar y mostrar creencias en su tiempo libre pero que no tienen ninguna obligación de ir a ninguna parte ni a ningún uso y costumbre de credo religioso alguno. Como es habitual, UPN intentando apropiarse y hacer cuestión política y herramienta partidista de sentimientos, símbolos, banderas, creencias o cuestiones que son transversales y que ellos creen prácticamente merecer en solitario. Flaco favor le hacen a la religión.