Fue escuchar el chupinazo de la Txantrea y, como en Poltergeist, pensar aquello de “ya están aquí”. Cierto que las primeras celebraciones de entre los diferentes barrios y calles de Pamplona y otras localidades cercanas son siempre las de San Jorge, pero cuando prende la mecha en la Txan en vísperas del 1 de mayo sabes que la rula ya no para. Desde ahora y hasta que, entrado octubre, Villava cierre este calendario festivo, restan casi seis meses de juergas, farras, salidas, marchas, meneos, parrandas, jaranas y cachondeos y, todos ellos, a tiro de autobús urbano. Ni siquiera es necesario viajar hasta alguna de las cientos de fiestas de pueblos o ciudades que pronto asomarán la patita, basta y sobra con aquellos lugares en los que se puede ir tan ricamente con un bonobús en el bolsillo. No es tiempo para tener hijos adolescentes, esos destalentados que nos volvieron, vuelven o volverán locos saltándose horarios y acuerdos, ni para tener el sueño ligero o ser de imaginación calenturienta. En este medio año hasta otoño, muchos padres van a recibir una lección que ya nunca olvidarán si quieren volver a pegar ojo y habrán de aprender a creer en mantras como “a todos nos ha gustado la calle”, “son chavales espabilados”, “ahora que son jóvenes han de disfrutar…” Y la rula sigue.