Ellas son las que mantienen vivo el legado de los y las esparteras; son las que, con mimo y esmero, demuestran año tras año cómo se trabajaba esta planta silvestre; y son las que honran con sus manos a aquellas familias que se sustentaban con este extinto oficio. Rosario Etayo, Feli Etayo, Virginia Goicoa, Mª Jesús Goicoa, Marta Goicoa y Mª Eugenia Goicoa han sido este mediodía las principales protagonistas de la XXIII Feria Artesaparto de Sesma.

Con el desparpajo que da la experiencia, Rosario, a sus 81 años, explicaba que ella comenzó a trabajar el esparto con 6 años y que siguió haciéndolo hasta que cumplió los 22. “Llevo 20 años participando en esta jornada y, la verdad, es que es algo que me gusta mucho”. De hecho, y lejos de aborrecerlo después de hacer largas y cansadas jornadas laborales, “al contrario; nos lo pasábamos en grande y, además, era lo que nos daba de comer”.

Junto a ella han estado una edición más las hermanas Goicoa que, comentaban, desde que se interesaron por este extinto oficio siguen juntándose todos los fines de semana para practicar; allí han mostrado los espejos que han hecho para la ocasión, así como un globo y cestas con flores. “Lo primero pensamos qué hacer y después recogemos el esparto, lo majamos, hacemos cuerdas de diferentes tamaños y, por último, empezamos a darle forma a lo que queremos. A veces es desesperante, porque hay cosas que no salen, pero ver lo que sí sale bien da mucho gusto y nos anima a seguir”.

Ellas, que cuentan con el asesoramiento de su padre, Tomás Goicoa, un artista que tiene en su haber decenas de creaciones hechas con esta planta, “seguimos por tradición y porque nos juntamos y nos reímos mucho. Ojalá más gente se anime. Nosotras vamos a seguir con esto para que no desaparezca”.

Que no falten las migas

El otro plato fuerte del día, y nunca mejor dicho, ha sido la degustación de migas, todo un éxito. Este año, explicaban los cocineros que, desde el punto de la mañana se han puesto manos a la obra en los fogones, ha aumentado las cantidades y han hecho 8 grandes soperos.

Allí han estado José Vidal, Jorge Zábal, José Mª Roldán, Teodoro Lumbreras, Kiko Zábal, Ángel Morrás, José Mª Palacios y, por primera vez, Yaiza Vieira.

Esta joven, siguiendo al pie de la letra lo que le indicaban, apuntaba que “me he decidido a venir por mi obsesión con las migas, es que me encantan y pensé, no puede ser que me gusten tanto y que nunca las haya preparado, así que hablé con José Vidal para que me enseñase un día, y aquí estamos”. Lo que más le ha sorprendido, “a pesar de ser un plato que parece bastante sencillo, son las cantidades industriales que utilizan; no me lo imaginaba así. La verdad es que me lo estoy pasando muy bien, hay un gran ambiente y hemos almorzado de maravilla. Espero repetir porque esto es algo bonito y es una tradición. Ojalá se anime más gente”.

En esta ocasión, desvelaba Kiko Zábal, han utilizado 40 kilos de bodrio, 20 kilos de panceta, 30 litros de aceite, ajos y, por supuesto, unos 120 kilos de pan.

La gente que, poco a poco, ha empezado a llenar la plaza pasadas las 11.00 horas, hacía la primera parada de rigor en alguno de los dos puestos en los que se servían las migas formando largas filas. Y es que nadie quería quedarse sin probar este manjar del que solo se oía decir que “están cojonudas”.

Día completo

La plaza consistorial ha albergado un gran mercado con más de medio centenar de puestos de artesanía y gastronomía, así como con stands de entidades y asociaciones locales y, además, ha habido dos talleres; uno de cerámica y uno de bonsáis. La jornada la han amenizado los Txistularis de Tudela y, además, ha habido una exhibición de forja junto a la iglesia y la Casa Museo Padre Tomás Esteban ha abierto sus puertas al público.